La población mundial alcanzará oficialmente el próximo lunes los 7.000 millones de habitantes, y este récord se logra cada vez con mayores diferencias entre ricos y pobres. Y aunque esta cantidad no supone un problema de espacio, sí lo es de recursos, puesto que es necesario preservar el equilibrio entre disponibilidad de agua, producción de alimentos y generación de energía, para que lleguen para todos.
Esta es una de las principales conclusiones del informe Población Mundial 2011 que elabora el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, en sus siglas en inglés), y que fue dado a conocer ayer. A diferencia de cuando la población mundial alcanzó los 6.000 millones de habitantes, hace doce años, este organismo no lanza ahora mensajes apocalípticos, como riesgo de falta de recursos o guerras del agua, sino que habla de «éxito» y «oportunidades», porque las vidas son más largas y saludables.
Se da la paradoja de que hay más personas mayores que nunca (893 millones de más de 60 años, casi el 13%), al igual que se ha alcanzado el mayor número de jóvenes, pues el 43 % de los 7.000 millones tienen menos de 25 años. Este último dato implica una potencialidad reproductiva tremenda si no se consigue reducir los embarazos. Algo complicado si se considera que 300 millones de mujeres en edad fértil no tienen acceso a anticonceptivos.
Los 10.000 millones
La población planetaria crece a un ritmo medio de 227.000 seres humanos nuevos cada día, lo que supone más de 80 millones al año. Por eso, las previsiones de la UNFPA son que dentro de trece años habrá 8.000 millones de habitantes, que se convertirán en 10.000 millones a finales de este siglo. Si bien, hay que tener en cuenta que el paso de 6.000 a 7.000 millones ha significado un pequeño frenazo en el crecimiento, que es del 17 %, mientras que de 5.000 a 6.000 millones se produjo en el mismo período de tiempo, pero significó un aumento del 20 %.
El crecimiento de la población mundial se debe principalmente a factores como el incremento de la esperanza de vida (desde los 48 años a comienzo de los años cincuenta hasta los 68 en la primera década de este siglo) o al descenso de la mortalidad infantil (de 133 defunciones por cada mil habitantes en los 50 hasta el 46 por mil en el período 2005/2010).
También ha influido decisivamente la disminución de la fecundidad (de 6 a 2,5 hijos), en parte por el crecimiento económico y el desarrollo de los países, y en parte por factores sociales y culturales, como el mayor acceso de las mujeres a la educación, las oportunidades de obtener ingresos y el mejor acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los métodos anticonceptivos.
Pero el informe alerta de que 97 de cada 100 personas nacen en países empobrecidos. Y las altas tasas de fecundidad y mortalidad, la inseguridad alimentaria y la desigualdad perpetúan la pobreza. Por el contrario, en los países ricos, las familias pequeñas y el limitado acceso al mercado laboral que ha supuesto la crisis han tambaleado las bases del sistema, aunque las migraciones ayudarán a lograr el equilibrio.
Hoy un 60 % de la población mundial reside en Asia, y un 15 %, en África. Pero en un lapso de cinco años, la población africana crecerá un 2,3 % anual, el doble que la asiática, por lo que de los mil millones del 2011 pasarán a los 3.600 millones en el 2100. Europa será el único continente que decrezca hasta final de siglo. Tras tocar techo en el 2025, con 740 millones de personas, serán 63 millones al terminar la centuria.
